“Religión y pandemia”
“Iglesia en Puerto Limón”, Fabio Herrera (1987)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr
Mónica Ulloa Gómez
Estudiante egresada de la Maestría en Historia Aplicada
Universidad Nacional, Costa Rica
[email protected]
Número 11
Publicado: 15 de mayo de 2020
El escenario mundial provocado por la pandemia del SARS-CoV-2 supuso afrontar una nueva realidad con tintes y matices tan heterogéneos entre sí, que generó la necesidad de ajustar muchas de las actividades que conforman la vida cotidiana, volviéndose una cotidianidad virtualizada. Esa virtualización también se produjo en el ámbito religioso: ahora las misas o cultos no son presenciales, en su lugar se transmiten las celebraciones religiosas mediante plataformas virtuales como Facebook Live o a través de canales de televisión. En éstas, el sacerdote o el pastor cumple con los ritos de su iglesia mientras que los feligreses lo acompañan detrás de la pantalla de un televisor, computador, “tablet” o teléfono celular. Estamos frente a un escenario de una religión virtualizada, mediante la cual los feligreses se garantizan cumplir con los ritos espirituales. Esta modalidad posibilita además continuar alimentando económicamente a sus iglesias en diferentes plataformas bancarias.
El ser humano por naturaleza siempre ha mantenido la necesidad de convicción y de fe en un ser todopoderoso. Dicha convicción espiritual se antepone como una esencialidad en tiempos de crisis, mostrando dos escenarios: uno fatídico y otro de salvación, ambos con un elemento en común, el temor de Dios.
En medio de la pandemia se han escuchado mensajes de líderes religiosos y de personas en general, quienes consideran que la misma es un castigo mandado por Dios por la maldad de la Tierra. Algunos argumentan que es producto de la aceptación del matrimonio igualitario y el aborto, temas que han estado en la mesa de discusión en los últimos años, rechazados por los grupos conservadores. Por estas mismas razones instan a aquellos “pecadores” a que se arrepientan, dado que es la única solución para acabar con la pandemia. Para otros significa el Apocalipsis considerando que el mundo se acabará. Hay quienes creen que es una prueba para acercarse a Dios, una oportunidad para dejar la mundanidad y acercarse a la divinidad. Estas posturas han implantado temor en las personas, haciendo dudar incluso a los no creyentes: ¿Será que el mundo sí se acabará?
Desde la perspectiva científica sabemos que la cura al virus yace en la investigación constante de la comunidad científica y principalmente en la espera de una vacuna contra el SARS-CoV-2. Por esa misma razón ha surgido la frase “Yo creo en la Ciencia”, bajo la consigna de entender que esto no es obra de Dios y que, por el contrario, son los avances científicos y médicos los que deben primar en la atención de la emergencia.
“El escenario mundial provocado por la pandemia del SARS-CoV-2 supuso afrontar una nueva realidad con tintes y matices tan heterogéneos entre sí, que generó la necesidad de ajustar muchas de las actividades que conforman la vida cotidiana, volviéndose una cotidianidad virtualizada”
La población latinoamericana a lo largo de la historia ha sido mayoritariamente católica. Sin embargo, en las últimas cinco décadas los movimientos evangélicos han incrementado su presencia en la región, en especial tradiciones como la Pentecostal. Este movimiento, que supone para sus feligreses nuevas experiencias o respuestas espirituales, con el paso de los años ha logrado no solo posicionarse como una fuerza religiosa, sino también ha permeado en otros ámbitos como el político. Es un hecho que la religiosidad sigue estando latente y en algunos casos ha sido politizada en medio de la pandemia, apropiada por líderes políticos como un mecanismo alternativo para validar las medidas sanitarias y, en otros, como única medida contra el coronavirus.
Ejemplo de lo primero es el caso costarricense cuando, el 21 y 22 de marzo, la Virgen de los Ángeles, popularmente conocida como “la negrita”, amparada por el Gobierno recorrió las provincias de Costa Rica, en un sobrevuelo que los dirigentes católicos categorizaron como una iniciativa de fe y protección del país por parte de la Virgen. Además, según los líderes religiosos, hacían un llamado a la feligresía a respetar las medidas de salud pronunciadas por las autoridades nacionales. Esto generó multiplicidad de posiciones al respecto. Para una gran mayoría de los costarricenses forjó un sentimiento de alivio espiritual, contribuyendo a sobrepasar el estado de cuarentena, sujetos en la fe que la Virgen protege al país. Para otros, esto fue un despilfarro de los recursos públicos del Estado por la utilización de un helicóptero de seguridad nacional o simplemente por considerarlo un acto irracional. Cual fuera la postura, lo cierto es que tuvo un significado social y espiritual importante. Por otro lado, en Colombia, el Presidente Iván Duque, el pasado 16 de marzo, en una de sus conferencias pedía la protección de la Virgen de Chiquinquirá para que este país no fuera tan severamente afectado por el virus, instando a la reflexión espiritual, respetando la libertad de culto del país sudamericano.
Esa religiosidad politizada se ha visto asociada con un radicalismo religioso en algunos países latinoamericanos, posicionando a la religión por encima de la razón en la atención del SARS-CoV-2. Ejemplo de ello es lo proclamado por Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, quien en una de sus conferencias argumentó que su escudo contra el virus era la oración. “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, dijo, acompañado de signos religiosos. E instó a los mexicanos a continuar con sus actividades cotidianas, desacreditando las medidas sanitarias para afrontar la crisis.
En Brasil, el Presidente Jair Bolsonaro ha mantenido una actitud de incredulidad ante el virus, argumentado que no es más que un resfrío, desafiando y desacreditando a su propio Ministerio de Salud. Además, aseveró que “Dios es brasileño” y que la cura estaba en Brasil. Tanto en México como en Brasil, tales actitudes radicales de sus gobernantes han generado que sus poblaciones se descuiden en cuanto a la atención de la crisis, poniendo en riesgo a toda una nación y dejando expuestos sus sistemas de salud. Esto también ha ocasionado que líderes religiosos evangélicos como Edir Macedo, en Brasil, afirmen que no hay que preocuparse por el virus porque es una “táctica de satanás”, instando a que los cultos continúen para frenar el embate del maligno.
Como reflexión final, debe comprenderse que la convicción religiosa es esencial en la vida de una parte importante de la población mundial. Pero que no debe anteponerse como mecanismo de atención de la emergencia actual ni mucho menos como una herramienta política. Su papel es el de alivio espiritual individual o colectivizado para quienes profesan una misma religión. A partir de esos actos religiosos simbólicos expresados en diferentes países de América Latina se debe tener en cuenta, en un mediano y largo plazo, lo siguiente: ¿Reflexionó la población sobre el verdadero impacto del SARS-CoV-2? ¿Qué tanto ayudó esto a superar la pandemia? ¿Pasada la pandemia, se robustecerá la religión? ¿Esa politización religiosa logrará permear otros ámbitos políticos como ya lo ha venido haciendo en algunos países latinoamericanos?
Referencias para el debate
Elizabeth Dias, “The Apocalypse as an ‘Unveiling’: What Religion Teaches Us About the End Times”, The New York Times, 02 de Abril de 2020, URL: https://www.nytimes.com/2020/04/02/us/coronavirus-apocalypse-religion.html
EL PAÍS, “Hostias en la mano, infectados en misa y el diablo: las religiones frente a la pandemia en América Latina”, 21 de Marzo de 2020, URL: https://elpais.com/sociedad/2020-03-21/hostias-en-la-mano-infectados-en-misa-y-el-diablo-las-religiones-frente-a-la-pandemia-en-america-latina.html
Ernesto Londoño, “Bolsonaro, Isolated and Defiant, Dismisses Coronavirus Threat to Brazil”, The New York Times, 01 de Abril de 2020, URL: https://www.nytimes.com/2020/04/01/world/americas/brazil-bolsonaro-coronavirus.html