“La escuela en cuarentena”

“La verdad les dió sueño”, Emilia Prieto (1935)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr

Jéssica Ramírez Achoy
Escuela de Historia y Maestría en Historia Aplicada
Universidad Nacional, Costa Rica
[email protected]

Número 1

Publicado: 15 de abril de 2020

Inicié este escrito con el título la escuela en confinamiento, pero no lo creí apropiado para detallar el contexto actual. La escuela está confinada desde que su utilidad se puso en función de los intereses políticos de una élite. Así que quise pensar en la escuela y su utilidad durante la crisis sanitaria por el SARS 2-CoV-19.

¿Cuáles escuelas tenemos hoy? La lectora notará que hablo en plural y es porque desafortunadamente el acceso a medios digitales, las estrategias de trabajo para el aprendizaje y la desigualdad social marcan el papel que ejerce la institucionalidad escolar. Empiezo por la escuela privada, que tiene sus matices. Después de la cuarentena posiblemente habrá niñas, niños y adolescentes que deban cambiar sus centros escolares privados por uno público. La pequeña y mediana empresa y el sector turismo son las actividades más golpeadas por la crisis. Hoy ese grupo de estudiantes deben cumplir con tareas que se centran en los contenidos y la lógica de la clase presencial, a pesar de la incertidumbre económica que viven en sus hogares.

Otro sector de estudiantes de clase media, que podrán seguir en sus escuelas, se enfrenta a clases “virtuales”, donde realizan tareas de todas las asignaturas y con suerte ven a las maestras por Zoom durante medio día. La gran cantidad de tareas y contenidos que han tenido que abarcar en las últimas semanas, han puesto en el ojo del huracán a madres -y esperamos que a los padres también- quienes tienen que hacerse cargo de las labores domésticas, el teletrabajo y las tareas escolares de sus hijas e hijos, muchas veces desde plataformas educativas poco amigables. El asunto es que el trabajo escolar no se virtualizó, sino que se pasó la clase presencial a una por computadora. Y permítanme decirles, eso no propicia aprendizajes. Todo lo contrario, se está saturando al estudiantado con materia, y muchas veces, se hace para justificar la mensualidad de los centros escolares privados, en tiempos de cuarentena.

En los colegios privados más grandes ya se presentaron cartas firmadas por mamás y papás exigiendo una reducción del pago, pues no se están utilizando las instalaciones físicas y los procesos educativos no son los mismos. Creo que esto también es una reacción a la cantidad de tareas con las que lidiaron durante las primeras semanas de la cuarentena. El resultado ha sido la reducción entre un 20% y 30% de la mensualidad en algunos colegios. Habrá otro sector de familias en colegios privados que mantiene sus trabajos y está pasando la cuarentena entre Glovo y Uber Eats, y que posiblemente después de terminar el tiempo en casa no estará dispuesto a renunciar a sus privilegios de consumo ni mucho menos de acceso a una vida de comodidades.

Si en las escuelas privadas hay matices, en las públicas hay brechas kilométricas que las distancian. Hoy el acceso a la escuela depende de tener una computadora con conexión a internet. Según el Estado de la Nación, solo el 25% de las familias con menos recursos (quintil uno) tienen computadora, y un 40% de todas las viviendas en Costa Rica no tienen acceso a internet, y se agudiza más el problema cuando vemos que el 21% de los hogares costarricenses (335.900 aproximadamente) estaban en condiciones de pobreza, antes de la crisis sanitaria, y de esa cantidad 93.500 ni siquiera podían cubrir las necesidades básicas de alimentación.

Algunas de las medidas estatales han sido dar bonos de dinero, entregar diarios de comida a través de los centros escolares y socializar el acceso digital a la población estudiantil. El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) ha liberado los dominios del Ministerio de Educación Pública (MEP) y universidades estatales para utilizarlos sin gastar datos de internet o depender de una red Wifi. El MEP está capacitando a sus docentes para que ofrezcan estrategias de trabajo para todas las condiciones de las y los estudiantes: con acceso a internet, pero sin computadora, sin internet ni computadora, con computadora e internet y con medios digitales pero poca conectividad. Las opciones se pensaron en función del acceso electrónico, pero no de las condiciones en el hogar. ¿Tiene nuestro estudiantado el apoyo necesario para realizar los trabajos que deriven de los programas de estudio? ¿Sus mamás y papás cuentan con los recursos académicos para ayudarles a desarrollar las tareas de todas las asignaturas? ¿Cuál es la condición material en sus casas?

El MEP está exigiendo a sus docentes que construyan unidades de trabajo para sus estudiantes, y en medio de la burocracia que caracteriza a esta institución, se dan planes de acción que al final deben ser controlados por las direcciones de cada escuela y cada colegio. Cada estudiante recibirá trabajos de todas las asignaturas, lo cual, se traducirá en una carga de tareas y deberes por completar durante la cuarentena. Nos ha hecho falta ver al cuerpo docente reflexionar sobre el tipo de aprendizaje que necesitan las y los estudiantes en estos momentos, cuál es la escuela que ocupamos construir en medio de la pandemia y qué ocupamos enseñar para sobrevivir a esta crisis. Enseñar sobre algoritmos, fórmulas químicas, géneros literarios o efemérides se queda corto para ubicar al alumnado en un presente incierto y lleno de noticias falsas.

 

“La gran cantidad de tareas y contenidos que han tenido que abarcar en las últimas semanas, han puesto en el ojo del huracán a madres -y esperamos que a los padres también- quienes tienen que hacerse cargo de las labores domésticas, el teletrabajo y las tareas escolares de sus hijas e hijos, muchas veces desde plataformas educativas poco amigables”

 

Imaginamos una estrategia más interdisciplinaria. Por ejemplo, qué tal si desde la materia de ciencias, estudios sociales, matemáticas y español se asigna un solo trabajo que problematice ¿Qué es una pandemia? Y se analizan estadísticas, efectos sociales y biológicos sobre el tema. O se hace un estudio de casos sobre los efectos sociales, económicos y físicos de la cuarentena comparando diferentes edades (población joven, adulta mayor, niñez), y proponer un plan de trabajo para enfrentar la crisis sanitaria desde la casa. En el estudio de casos podrían participar las materias de educación física, arte, religión, educación para la vida y educación cívica.

Hoy la casa es la escuela en cuarentena. No hay más. Y tan diversos son los hogares como los aprendizajes que deberíamos esperar de nuestras niñas, niños y jóvenes. Ya de por sí la escuela estaba en crisis sin el COVID-19. Los métodos de enseñanza, la estandarización de los aprendizajes, la subordinación del profesorado a las políticas curriculares y las políticas educativas basadas en modelos empresariales son características de un sistema educativo que dejó de lado el humanismo hace tiempo ¿podríamos hacer un paréntesis “covidiano” a esta realidad y construir otro significado de escuela?

En una entrevista al periódico El País (11 de abril de 2020), el psicopedagogo italiano Francisco Puccini propone trabajar el espacio de la casa. Para él estamos en un momento único, pues las niñas y niños nunca pasarán tanto tiempo con sus familias como ahora, por lo que cocinar, escribir recetarios con ayuda de las abuelas, aprender a coser y experimentar la lectura desde la casa son estrategias que tienen más sentido que los enormes trabajos que hoy se asignan. Sin embargo, esto también debemos matizarlo. Permítanme explicarlo con una corta anécdota.

En 2012 daba clases en el Liceo de San José. Tenía dos grupos de sétimo año en la materia de educación cívica. Con ambas secciones estaba desarrollando el tema de Seguridad Vial, así que tuve la “genial” idea de dejarles como tarea hacer una maqueta donde debían ubicar las señales de tránsito de sus comunidades, los usos que le daba la gente y la importancia de seguir las normas viales. Esta estrategia se sugirió en las capaciones que las asesorías en cívica nos habían dado cuando empezó a implementarse el nuevo programa Ética, Estética y Ciudadanía. No puedo olvidar esa clase. De la sección 7-2 solo 3 estudiantes (de 30 en total), hicieron la tarea. Me molesté muchísimo, porque yo les estaba ofreciendo (ojo al ego docente) estrategias de aprendizaje diferentes y lúdicas, no era contestar un cuestionario aburrido, era utilizar el arte y sus vivencias para aprender (de nuevo el ego docente). Ante mi regaño y la desilusión el grupo se quedó callado. Ese silencio ocurrió antes de la decepción más grande que he vivido en mi carrera profesional. Afortunadamente una de las estudiantes tenía un carácter más fuerte y decidió replicarme: “Achoy, esa tarea no tiene sentido porque aquí todos somos de la cuarta parada de La Carpio” ¿Y eso qué tiene que ver con no traer la tarea? “Que ahí no hay señales de tránsito, las calles son de tierra”. Ese mismo mes conocí La Carpio por primera vez en mi vida. Y el grupo entero obtuvo el 10% de la tarea.

¿Qué tal si ponemos de tarea hacer recetas caseras cuando en las casas no hay comida? Sin la pandemia, Costa Rica cerró el 2019 con una tasa de desempleo del 12,4%, aproximadamente 309.000 costarricenses, según el Instituto de Estadísticas y Censos. O si les pedimos hacer una rutina de ejercicios en un espacio hacinado. Según el Estado de la Nación, de 1.600.000 hogares un 15% de las casas miden menos de 40 m2, y un 7% no tiene acceso a agua, luz y recolección de basura. O si les pedimos completar páginas con preguntas tediosas mientras la mamá está siendo víctima de violencia doméstica. La ministra del Instituto Nacional de las Mujeres, Patricia Mora, ha denunciado el aumento de la violencia de género durante la cuarentena. Cualquiera de nuestros estudiantes está pasando hoy por estas situaciones.

La tarea no es tan sencilla como solo buscar el acceso a internet. Creo que como docentes las preguntas que debemos plantearnos van más allá de aplicar las directrices del MEP. Estoy convencida de que tenemos una oportunidad única para abrir campos de discusión sobre qué y cómo enseñar y no esperar a que desde el MEP nos digan qué hacer en el aula. En nuestras clases podemos ejercer la autonomía con propuestas que surjan desde el estudiantado y sus contextos. El trabajo con las y los colegas ha de ser una guía. Unir materias para un solo trabajo (Tonucci proponía cocinar para ver química, física, tradiciones culturales). Pero esas ideas deben ser matizadas a la realidad de nuestro estudiantado, y no es el MEP ni las asesorías o las direcciones quienes saben lo que viven nuestras alumnas y alumnos. Hoy más que nunca el profesorado tiene un papel central para acompañar a nuestras niñas, niños y jóvenes en su cuarentena, con los miedos, con el desempleo, con la pobreza, el hambre y la incertidumbre del presente. El curso lectivo 2020 ya nos está dejando la gran tarea de repensar el significado que le damos a la escuela y cuál es el nuevo papel que las y los docentes estamos dispuestas a asumir.

Referencias para el debate

Pantaleoni, A & Battista, G (2020). Francesco Tonucci: “No perdamos este tiempo precioso dando deberes”. El País. Tomado de: https://elpais.com/sociedad/2020-04-11/francesco-tonucci-no-perdamos-este-tiempo-precioso-dando-deberes.html

PEN (2020). Las desigualdades que enfrentan los hogares en cuarentena. Tomado de: https://estadonacion.or.cr/las-desigualdades-que-enfrentan-los-hogares-en-cuarentena/

Plá, S. (2020). La escuela en tiempo de pandemia. La Jornada. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2020/04/10/opinion/022a2pol