“El fin imaginario del neoliberalismo”
“Obreros”, Guillermo Jiménez (1959)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr
David E. González Sánchez
Escuela de Historia
Universidad Nacional, Costa Rica
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Número 2
Publicado: 18 de abril de 2020
La actual pandemia global de Covid-19 ha mostrado las costuras del capitalismo, y particularmente, de la doctrina neoliberal implementada en las últimas cuatro décadas. El golpe del virus a los países de Europa central y en especial, el trágico aumento de muertes en Estados Unidos, llama la atención sobre la importancia de priorizar la salud por encima del beneficio económico. Esto ha dado espacio para que buena parte de los sectores progresistas y algunos filósofos estrella, como Zizek, nos digan que tristemente necesitamos de las catástrofes para construir una utopía.
Es decir, puro sentido común: la incapacidad del proyecto neoliberal para enfrentar esta pandemia hará que implosione el edificio del capital, abriendo la posibilidad de buscar un modo productivo alternativo. ¿Así de simple? No estoy en contra de llamar a la esperanza o imaginar nuevas utopías contra hegemónicas. Apelo, más bien, a repensar sobre cómo pensamos nuestras realidades y el alcance real de nuestra crítica. Toda utopía nace al calor de la imaginación frente a la realidad. Mas toda imaginación debe construirse en la reflexión crítica de esa misma realidad. De lo contrario, tendremos solo una imagen ingenua del problema a enfrentar.
Los discursos voluntaristas como el de Zizek, aportan poco para reconfigurar la forma como abordamos nuestras condiciones sociales y políticas e ideológicas ante situaciones de crisis, por varias razones:
1. Neoliberalismo no es sinónimo de capitalismo. Buena parte de la agenda de la izquierda internacional, y de grupos progresistas ha sido el combate del neoliberalismo como si esta doctrina fuese el núcleo del capital contemporáneo. En palabras del argentino Eduardo Grunner, la capacidad sociometabólica del capital le ha permitido subsistir, reconfigurando su dinámica de acumulación en cada crisis. El neoliberalismo, como doctrina económica, ejemplifica esa cualidad de subsistencia y reproducción del capital para sobrevivir y que fácilmente puede ser reemplazado por otra estrategia que permita al capital salir con vida de la pandemia. Por ejemplo, buena parte de los neoliberales latinoamericanos cepalinos en la década de los ochenta empezaron a transitar hacia una visión económica “posneoliberal” dando como resultado el famoso neoestructuralismo que apela a una especia de reconocimiento del problema de la desigualdad y propone un capitalismo “humano”. El resultado ha sido el mismo, pero con otro nombre.
“Toda utopía nace al calor de la imaginación frente a la realidad. Mas toda imaginación debe construirse en la reflexión crítica de esa misma realidad. De lo contrario, tendremos solo una imagen ingenua del problema a enfrentar”
2. Como ha señalado David Harvey, el neoliberalismo ha calado profundamente en la conciencia del sujeto social produciendo una suerte de ideología y cultura derivada o propia de la doctrina que legitima su vigencia. El neoliberalismo es ya un modo de vivir el mundo y tiene la ventaja de no requerir afiliación política. La aprobación de la Ley de Reforma de Huelgas aprobada en enero de este año sólo constató la muerte del sujeto político autónomo y consagró al sujeto judicializado. Las movilizaciones sociales han perdido toda posibilidad de presión política pues están delimitadas por los criterios jurídicos de dicha ley. Este escenario desmovilizador ha permitido que las élites representadas en las organizaciones patronales como la Unión de Cámaras industriales y los conglomerados informativos (Teletica, Repretel y La Nación) se conviertan en los referentes y contrapesos de las propuestas políticas gubernamentales. Y la situación se agrava en un estadio de confinamiento que no permite la socialización de los problemas comunes. El temor a la pérdida del trabajo es un problema individual, la miseria también.
3. El escenario futuro próximo que se nos plantea es una sociedad incapaz de agenciar políticamente sus demandas frente a unas élites con un campo ampliamente favorable para gestionar estrategias y salvaguardar sus rentas y presentarlas como fórmulas salvadoras de la crisis. Dicho sea, un gobierno que no ha escondido desde el día uno de su gestión que su gran objetivo es resguardar a toda costa el capital y a sus dueños. No hemos escuchado en ningún momento de un impuesto a los ingresos por rentas tanto de personas como personas jurídicas. Paradójicamente, los últimos bastiones institucionales públicos como la Caja del Seguro Social (CCSS), que cuenta con capacidad de gestión gracias a su estructura, le ha permitido al gobierno desacelerar el impacto de la pandemia. No obstante, a la fecha el gobierno no ha dado respuesta sobre cómo refinanciará a la CCSS ante el bache económico que se abre. Otra vez, ideológicamente, el discurso de la falsa solidaridad ha reconfigurado la idea de comunidad y bienestar, mediatizada por el gobierno, apelando a la responsabilidad de sacrificio de los y las trabajadores (público y privado) ante la crisis.
Tomando en consideración los puntos anteriores, la estrategia de pensamiento crítico debe plantearse, primero, cómo establecer dinámicas intersubjetivas desde el confinamiento; cómo reconstruir el sentido de comunidad y de bienestar ajenos a los designados por el gobierno; y cómo replantear las formas de representación política. Hay que establecer una base sociohistórica de nuestra experiencia política que nos permita refundar expectativas de futuro.
Tal vez más importante aún ¿a qué estamos dispuestos a renunciar para que algo cambie? Nuestra crítica debe nacer de la oscuridad: el colapso del sistema actual no será producto de sus propias contradicciones, tenemos que encontrar las formas de socavar sus bases y repensando nuestras estrategias críticas ha de ser una de ellas. ¿Es la pandemia actual una oportunidad para que por fin el pensamiento salga de la academia y encuentre la realidad?
Referencias para el debate
Grunner, Eduardo. Nuestra América y el Pensar Crítico. Fragmentos de Pensamiento Crítico de Latinoamérica y el Caribe. Buenos Aires: CLACSO, 2011.
Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo. Madrid: Akal, 2007.
Leiva, Fernando. Latin American Neostructuralism. The Contradictions of Post-Neoliberal Development. Minnesota: University of Minnesota Press, 2008.
Zizek, Slavoj. Slavoj Zizek: Coronavirus is ‘Kill Bill’-esque blow to capitalism and could lead to reinvention of communism. 27 de Febrero de 2020. Tomado de: https://www.rt.com/op-ed/481831-coronavirus-kill-bill-capitalism-communism/