“Desinformación y pandemia”
“La lectora”, Rafael “Rafa” Fernández (2007)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr
Ariana Ibarra Monge
Estudiante egresada de la Maestría en Historia Aplicada
Universidad Nacional, Costa Rica
[email protected]
Número 17
Publicado: 3 de junio de 2020
La realidad del mundo ha cambiado desde finales del 2019, cuando en la ciudad de Wuhan (China), se desató un nuevo virus que tendría la capacidad biológica no sólo de expandirse rápidamente, sino de atentar contra la vida humana. Sean cuales sean las razones médicas que explican el rápido contagio de este nuevo coronavirus, la verdad es que ha sometido a más de 200 países y a billones de habitantes a adaptarse a una nueva cotidianidad. Esta nueva forma de vida se ha apegado aún más a los medios virtuales. De lo que meses previos a la declaración de pandemia se consideraba “obsesión tecnológica”, ahora es la salvación para muchos debido a la oportunidad laboral que permite, al trasladar a trabajadores de abarrotadas oficinas hasta los hogares. Diversas plataformas que antes de la pandemia se encontraban paulatinamente entrando en uso formal, como zoom, skype y teams, han reforzado su rol como plataformas para el trabajo y para la educación. Claro está, para aquellos que cuentan con los recursos para desarrollar sus actividades de manera virtual, con un oficio y un estilo de vida que les permite acogerse al teletrabajo como forma de prevención.
No mucho tiempo atrás se discutía si el acceso constante a la información, popularmente conocido como “bombardeo de información” por parte de los medios, afectaba la salud mental. Ahora, ante un escenario en el cual predomina la auto-reclusión en los hogares, las cuarentenas obligatorias, el aislamiento social, la restricción vehicular e incluso peatonal, se ha abierto el cuestionamiento si nos encontramos más afectados por el exceso de información buscada y recibida diariamente que por el avance en sí del COVID-19. Medios nacionales ya han planteado el deterioro de la salud mental ante el aislamiento social y exceso de información, adoptando el término “infopandemia”.
La situación de salud mundial ha hecho replantear ciertos aspectos sobre el rol de los medios de comunicación y de las redes sociales. En este artículo hablaremos sobre dos en particular. Primero, la desinformación y las “fake news” como elementos constantes (y en incremento) durante el tiempo de aislamiento social, y segundo, el fortalecimiento de las redes sociales como el nuevo espacio de comunicación, entretenimiento y socialización.
Las “fake news” o noticias falsas tienden a propagarse con mayor rapidez que las noticias de contenido verdadero, y a permanecer por más tiempo en la opinión pública. La desinformación puede surgir tanto de medios de comunicación tradicionales, desvirtuando la información de una fuente original, como de personajes públicos que expongan información imprecisa. Recientemente, la desinformación fue un tema de discusión cuando el presidente de los Estados Unidos, en una conferencia de prensa oficial, mencionó a las “inyecciones de desinfectante y el uso de luz ultravioleta” como una manera de prevenir el contagio del nuevo coronavirus. La dudosa información brindada por dicho presidente conllevó a la disculpa pública de miembros de su gabinete y a que inmediatamente distintos medios de comunicación procedieran a publicar las medidas correctas contra el contagio del nuevo virus. Creadores de contenido en internet no se hicieron esperar, surgiendo cientos de chistes y memes a pocos minutos de los comentarios de Donald Trump. Sin duda, una muestra de humor negro y sarcasmo fuera de lugar ante una situación crítica para una población mundial que sobrepasa los cinco millones de contagios; un problema que se suma a la desinformación que los expertos en salud han pretendido atacar.
La desinformación y las “fake news” no son fenómenos recientes pero, con el incremento de la virtualidad en la vida cotidiana, toma mayor importancia cómo combatir la información engañosa. Ya no nos encontramos únicamente luchando contra un virus mortal, sino que desde nuestras casas se debe luchar contra la información recibida, planteando métodos para creer o no lo que se escucha, lo que se observa y lo que se lee. Este tema ha cobrado importancia y el resultado han sido innumerables guías y métodos para combatir la desinformación. La “posverdad” resalta que las creencias sin fundamento, creencias personales y sentimientos, son capaces de modelar la opinión pública de manera más efectiva que las publicaciones en medios de comunicación formales o, incluso, que publicaciones científicas. Observar el mundo a través de la virtualidad forma parte de la “posverdad” y el apego a la misma puede conducir a la desinformación. La información falsa difundida en las redes sociales, y en el internet, puede ser de carácter estratégico, pretendiendo manipular a la población por medio de la emotividad para consolidar alguna idea. Es real, entonces, ante un panorama como el vivido en la actualidad, que Hugo Pardo Kuklinski considere que los hechos objetivos tengan menos peso que la información falsa.
Nos encontramos ahora en un escenario en el cual los mismos medios de comunicación tradicionales deben presentar mecanismos para hacer creíble su contenido ante los lectores. Las noticias falsas ponen en duda ante el público el trabajo del periodista y de los grupos editoriales, que dejan de ser fuentes irrefutables de información. Ante este fenómeno, los medios buscan formas para combatir la desinformación. Este fenómeno reposa en la capacidad de cualquier persona que, desde la comodidad de su hogar, crea datos considerados por una población “más creíbles” y “más atractivos”. En palabras de Pardo Kuklinski, el periodismo lucha contra la “posverdad”. Esta lucha puede visualizarse en Costa Rica en el caso del periódico La Nación el cual, desde el último período electoral-presidencial, presentó #nocomacuento, un espacio disponible en línea para el lector, pensado como un medio para desmentir las noticias falsas y presentar la información correcta. Ante la epidemia, éste ha funcionado como un segmento para derribar mitos sobre remedios caseros contra el COVID-19, desmentir datos alarmantes sobre contagios a nivel nacional, e incluso, exponer cuáles noticias de medios extranjeros sobre las acciones de Costa Rica ante la pandemia son verdaderas. Asimismo, entre el 2017 y el 2018 surgieron “Suave un toque” y “Doble Check”, de trasmisión en blogs, Facebook, Instagram y en Youtube. Ambos espacios se desarrollaron en la Universidad de Costa Rica para desmentir noticias falsas. Estas iniciativas se conformaron como espacios con contenido diverso, en las cuales sobresale la sátira política y el contraste de noticias; en la actualidad, procuran también resolver dudas recurrentes sobre el COVID-19.
Ante el panorama de contagios en Costa Rica, se ha observado una constante difusión de noticias sobre el COVID-19, que ha abarcado tanto los medios tradicionales de comunicación (prensa escrita, radio y televisión) como los nuevos medios: internet (por medio de blogs, prensa digital, etc.), redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram y Tiktok) y plataformas de mensajería y videos, en la cuales sobresalen Whatsapp y Youtube. Las acciones contra la desinformación ante la expansión del COVID-19 han estado presentes en diversas redes sociales y plataformas de videos, especialmente en Instagram, Youtube y TikTok. Estos medios, al ser constantemente consultados por los usuarios, han desplegado opciones para acceder a información veraz sobre la pandemia. Así, desde estas plataformas de entretenimiento es posible acceder a las páginas oficiales del ministerio de salud de cada país. Un ejemplo de ello es Tiktok, una plataforma más reciente, la cual contiene videos principalmente de carácter humorístico, entre los cuales el COVID-19 ha formado parte de las temáticas más abordadas. Los videos humorísticos sobre la crisis sanitaria global han obligado a los creadores de esta plataforma a mostrar información certera sobre la pandemia ante cualquier mención que se realice de este virus. La incorporación de información veraz sobre este tema obliga a tomar acciones por parte de estas plataformas para disminuir el impacto de la desinformación.
“La desinformación y las “fake news” no son fenómenos recientes pero, con el incremento de la virtualidad en la vida cotidiana, toma mayor importancia cómo combatir la información engañosa. Ya no nos encontramos únicamente luchando contra un virus mortal, sino que desde nuestras casas se debe luchar contra la información recibida, planteando métodos para creer o no lo que se escucha, lo que se observa y lo que se lee”
Las redes sociales han cumplido también un rol de entretenimiento y socialización que, si bien no es único de esta coyuntura sanitaria, ni tampoco producto de ésta, ha hecho resaltar teorías en las cuales las redes acaparan la atención de los usuarios en períodos críticos. De esta forma, las redes sociales se convierten en espacios de crítica colectiva, socialización, entretenimiento y, más recientemente, en un espacio para el desahogo emocional ante el aislamiento social. Plataformas virtuales como Instagram no se hicieron esperar, incorporando espacios para resaltar las actividades y pensamientos -y sentimientos- de quienes cumplen con las medidas restrictivas de salud. El “stay at home” o #quédateencasa, se han incorporado a muchas de las publicaciones de usuarios a nivel mundial, recopilando miles de “stories” que contienen dicho “hashtag”. La plataforma promueve -con contenido creado por los mismos usuarios- respetar las medidas de salud en contra de la expansión del nuevo virus. Esta misma aplicación ha incorporado un “feed” dirigido a países afectados por el COVID-19, con el objetivo de alentar a los usuarios a consultar sitios confiables en internet de organizaciones de salud especializadas.
El uso masivo de estas plataformas virtuales ha mostrado la identificación de usuarios con ciertos pensamientos y acciones repetitivas, entre los que sobresalen el hartazgo por las decisiones restrictivas sanitarias de los gobiernos, reacciones paranoicas ante el COVID-19, así como formas de entretenimiento comunitario, respetando las medidas de aislamiento. La vida en “streaming” ha sido la forma de continuar viviendo, estudiando, trabajando y socializando, por lo que las celebridades continuaron vendiendo contenido, e incluso reconocidos programas de televisión –“talk shows”- se han virtualizado, tomando el “stay at home” como temática temporal. Ya no somos únicamente receptores de contenido online, sino que somos todos posibles creadores de contenido. De allí que las redes sociales ya no brindan únicamente espacios para “feedback” y mensajería entre usuarios, sino que estas mismas redes en sí tienen una utilidad gracias a la creación de contenido de parte de miles de suscriptores.
En tiempos de crisis como el que vivimos actualmente, es necesario cuestionarnos el contenido localizado en las redes sociales y los medios de comunicación en general. En momentos críticos, estos medios pueden significar un espacio de desahogo personal e incluso un espacio para una reacción colectiva ante un fenómeno que se escapa de nuestra comprensión, y del cual aún la ciencia se encarga de comprender. La lucha constante entre los medios de comunicación, en contextos como el actual, en contra de la desinformación, demuestra la ingenuidad y el escaso interés por el contraste de información recibida de parte de la población. Las redes sociales mencionadas, pese a estar relacionadas principalmente con el espectáculo y el entretenimiento, han incluido herramientas para la consulta de noticias y páginas formales sobre la pandemia. La desinformación se convirtió en un enemigo para la comunicación, algo que antes se visualizaba con mayor facilidad ante crisis políticas, pero que, ahora, ante la coyuntura pandémica, sobresale al exponer a las personas a una enfermedad mortal.
Referencias para el debate
Doble Check. En web: https://doblecheck.cr/
Hugo Pardo Kuklinski. “La microfísica de la POSVERDAD”. Digitalísimo, 28 de noviembre 2016. En web: http://digitalismo.com/la-microfisica-de-la-posverdad/
Jacobo Alcutén. “Más de 100 intoxicaciones en EEUU tras los “consejos” de Trump de “inyectar desinfectante” para combatir el Covid-19”, 20 Minutos, 27 de abril 2020. En web: https://www.20minutos.es/noticia/4238725/0/intoxiaciones-estados-unidos-recomendaciones-trump-coronavirus/
La Nación, No Coma Cuento. En web: https://www.nacion.com/no-coma-cuento/
Suave un toque. En web: https://suaveuntoque.cr/