“Covid 19 y el mundo del trabajo”
“La ciudad del futuro (Fragmento)”, Julio Escámez (Sfch)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr
Luis Diego Soto Kiewit
Escuela de Sociología
Universidad Nacional, Costa Rica
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Número 20
Publicado: 12 de junio de 2020
Una idea que acompaña de manera recurrente las explicaciones de diversos expertos en los medios de comunicación costarricenses es la de la “nueva normalidad”. La amplía presencia de esta noción se basa en la simpleza con la que se muestra cómo las cosas están cambiando en la sociedad.
Más que pensar que esa “nueva normalidad” será la adaptación necesaria y natural a las condiciones que el SARS-CoV-2 y su circulación imponen, lo realmente interesante es que la normalidad es una construcción, por lo tanto, será el resultado de las acciones y decisiones que se tomen a nivel país. No es lo que nos queda después de la pandemia, sino lo que nosotros haremos. Más allá de lo aparente, la sociedad no está paralizada o suspendida, sino que se reconfigura por las nuevas condiciones.
En ese escenario me parece oportuno preguntar: ¿Cuáles serán los cambios en el mundo del trabajo en el contexto de la pandemia? Las configuraciones posibles son múltiples, pero sin duda no las dará el virus o la enfermedad, sino decisiones que se tomen.
El asunto claramente tiene enfoques y perspectivas disímiles (la del gobierno, la empresarial, la de los trabajadores, etc.). Todos los sectores tienen una lectura de su interés y lo que es necesario hacer. Con este escenario claro, no vengo a proponer una perspectiva neutral, sino una forma de lectura del proceso construcción de la normalidad, es decir, una posición posible. Mis preguntas no pretenden objetividad, sino proponer una idea.
En relación a las condiciones laborales, si nos colocamos del lado de la tendencia, los cambios van a orientados a “[…] la precarización del trabajo en todo el mundo – trabajo atípico, no estructurado, inseguro, subcontratado, por honorarios, a tiempo parcial, sin contrato colectivo, conceptos que no son sinónimos, pero muestran relaciones deterioradas con respecto del Trabajo Capitalista Clásico” (1). Este es un proceso que ha tomado fuerza y no va a concluir con la pandemia. El trabajo no pierde la centralidad en la organización de la vida y en la sociedad, pero si sus resguardos y condiciones; se precariza.
Los trabajos precarizados han sido los primeros en quedar desprotegidos ante la pandemia y sus efectos, las formas de trabajo caracterizadas en los conceptos anteriores exponen la realidad de trabajadores que, junto con los informales, no tienen formas de resguardo y protección. En estos sectores la normalidad es la desprotección. Ahora no solo estos trabajadores se están viendo afectados, el escenario actual también ha tocado a quienes tenían un trabajo formal y con contrato indefinido.
La pregunta es: ¿Será posible que en un momento como el actual, en el que el gobierno costarricense está buscando “proteger el trabajo”, se generen las condiciones para diseñar políticas que permitan la protección ante la vulnerabilidad y la precarización?
Las acciones en este momento para proteger el trabajo son la suspensión temporal de contrato de trabajo, la reducción de la jornada laboral, la moratoria tributaria y la promesa de préstamos en condiciones favorables para las empresas en búsqueda de la reactivación económica. Acciones que buscan mantener a flote las empresas y que las personas no pierdan del todo su trabajo. En lo inmediato definitivamente son necesarias, pero si pensamos la política como una forma de construir el mañana y diseñar la realidad, podríamos pensar y edificar formas de resguardo del trabajo en escenarios económicos adversos, así como en acciones progresivas de protección, más que de desprotección -a las que apunta la tendencia-.
Lo que propongo es pensar un escenario en el que continuar recibiendo el salario -o buena parte de él-, en una coyuntura como esta, no signifique “ser privilegiado”, sino más bien una persona con condiciones normales, una persona con un trabajo decente.
Este concepto de trabajo decente lo retomo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Hace referencia a cuatro elementos básicos: los derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social (2). Desde que escuché por primera vez este concepto llamó mi atención, creo que tiene gran potencialidad para sintetizar las luchas necesarias en el mundo del trabajo y revertir las tendencias que apuntan a su precarización y flexibilización.
“Los trabajos precarizados han sido los primeros en quedar desprotegidos ante la pandemia y sus efectos, las formas de trabajo caracterizadas en los conceptos anteriores exponen la realidad de trabajadores que, junto con los informales, no tienen formas de resguardo y protección. En estos sectores la normalidad es la desprotección”
En consecuencia, con la afirmación inicial, la responsabilidad de construir una nueva normalidad de trabajos decentes no es individual, es social y política. Como sociedad, en Costa Rica, no hemos generado las condiciones de resguardo y cobertura ante situaciones como estas. Y no se trata de que no estábamos preparados para una pandemia -¿Quién lo estaba?-. El tema de fondo es por qué no pensar en alternativas que nos permitan fortalecer las condiciones laborales y la protección de las personas trabajadoras en circunstancias como estas.
¿Cuál será nuestra respuesta ante la crisis que implica la pandemia y las medidas que se han tomado para salvar vidas? Será que podremos pensar esquemas de protección laboral que permitan a las personas acceder a las condiciones básicas. O seguiremos la tendencia a la precarización de lo laboral, a buscar en la informalidad y las zonas oscuras del trabajo la alternativa.
En el país la pandemia ha mostrado con claridad las condiciones de desigualdad y vulnerabilidad con las que los diversos sectores viven, incluso los mismos trabajadores formales. ¿Será que esto nos permitirá imaginar y construir una normalidad menos desigualdad y con trabajos menos precarios?
Una de las lecciones que nos dejan estos tiempos es que las respuestas a problemas colectivos deben de ser sociales. Las acciones para atender un problema que nos afecta a todos requiere de una atención del Estado y sus diversas instituciones. Desde mi perspectiva el escenario de la pandemia nos invita a fortalecer las instituciones públicas y los acuerdos colectivos propiciando una mejor normalidad, una menos desigual.
¿Cuál será nuestra nueva normalidad? ¿Será posible que en esa normalidad se construyan trabajos decentes, en el que las condiciones adecuadas de trabajo no sean vistas y señaladas como privilegios?
Referencias para el debate
De la Garza, E. (2015). La centralidad del trabajo en el siglo XXI. En La Maquila. Revista del Grupo de Estudios Interdisciplinarios del Trabajo. Año 1, N° 1. (pp. 12-14).
Levaggi, V. (2004). ¿Qué es el trabajo decente? Sala de prensa OIT. 6 de mayo de 2020. https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_LIM_653_SP/lang-es/index.htm